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EL CONTAGIO SINIESTRO

 

 

Un hombre sale a bailar una noche y descubre que en la barra hay una mujer hermosa, que lo mira fijamente. El protagonista de la historia no puede creer su suerte y se lanza a la conquista.
Lo hace con tal éxito que ambos se van juntos del lugar y deciden pasar la noche en un motel. Bastante borrachos y obnubilados por la pasión, tienen sexo en forma repetida, sin protegerse.
A la mañana siguiente, ya tarde, el hombre se despierta exhausto. No hay nadie en la cama y descubre que la mujer del pub se fue, vaya uno a saber hace cuanto. Al dirigirse hacia el baño, nota que su acompañante le dejó un mensaje escrito con lápiz de labios en el espejo: "Bienvenido al club más grande del mundo, el club de los que tienen SIDA".
Otras versiones
La leyenda sobre personas rencorosas que deciden expandir el virus HIV a todo sujeto que puedan recorre el mundo entero desde la década de los '80. Para demostrarlo basta compartir algunas de las versiones de nuestros usuarios y otras conocidas en Europa y Estados Unidos.
1. Cuenta una historia que hace algunos años, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, hablar por algunos teléfonos públicos podía ser peligroso. Al colocarse el auricular en la oreja uno sentía un pinchazo y al comprobar de qué se trataba uno se encontraba con un alfiler en uno de los extremos y en el otro una nota que afirmaba: "Bienvenido al mundo del SIDA"
(gracias a Sebastián, desde Melbourne, que a pesar de todo dice fijarse siempre antes de llamar por teléfono)
2. Una mucho más cercana es la que relata que un grupo de personas portadoras del SIDA recorre los boliches de la Ciudad Vieja contagiando a la gente con jeringas. Una usuaria cuenta que una amiga de una amiga suya (el famoso ADUA) le relató como si fuera verdad que en un conocido local de esa zona una chica sintió un pinchazo y resultó finalmente contagiada.
(gracias a Cecilia)
En otras partes del mundo se cuentan historias igual de tétricas. En Estados Unidos el infectado es tanto un hombre como una mujer y reciben el nombre de Harry SIDA y Mary SIDA. Una de estas versiones, recopilada por el folklorista Jan Harold Brunvand, relata que una mujer y un hombre se conocen en un bar, se gustan y deciden pasar unas vacaciones juntos. El día en que se despiden, el hombre le entrega un regalo que debe ser abierto por la mujer al llegar a su casa. Cuando lo hace descubre que es una cafetera, con una nota que dice: "Esto es para todas las noches que vas a pasar sola. Bienvenida al mundo del SIDA" El detalle del regalo de la cafetera varía en ocasiones por otros insumos que también tienen por objeto acompañar a la víctima en las noches. Como se ve, todas estas historias tienen varios elementos en común, a pesar de desarrollarse en sitios tan lejanos entre sí y estar separados por años de distancia. ¿Ud. no desconfiaría?
Más variantes
Las versiones, según los relatos de varios usuarios, suelen tener algunas modificaciones. Por ejemplo, en una de ellas el hombre infectado deja a una mujer una cajita negra con una rosa dentro, y un mensaje con la leyenda consabida. Otra, sin embargo, cuenta que en las butacas de los cines se escondían jeringas y al sentarse uno se pinchaba. En el asiento de enfrente la nota rezaba lo usual.
Entre la realidad y la leyenda
Que una leyenda urbana sea considerada como tal no significa que puedan darse casos similares reales. Pueden existir personas que voluntariamente intenten contagiar a sus congénes con el virus del que están infectados, aclaramos que es una situación confirmada solo esacasísimas veces, y nunca en la manera descrita por las leyendas mencionadas. Lo que hace a la leyenda es la forma en que se produce y su peculiar manera de divulgación. Varios usuarios nos enviaron testimonios reales sobre casos de esta índole. Rafael nos aclara que Gaetan Dugas, un francocanadiense homosexual, era muy apuesto y tenía gran éxito en las comunidades homosexuales de las ciudades que visitaba. Tenía relaciones con cientos de otros hombres cada año. Dugas, ya consciente de su enfermedad y afectado de sarcoma de Kaposi, mortal, se dedicó activamente a diseminar la enfermedad aunque sin los detalles condimentados típicos de las leyendas urbanas. Otros afirman que el pinchazo es una táctica usada para el robo y están quienes aseguran conocer directamente a un amigo a quien le sucedió una historia muy similar.

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